CAPÍTULO 62 - UN VERANO MUY "ESPECIAL" ---- CHAPTER 62 - A VERY "SPECIAL" SUMMER

 

Y cada uno de los Hopkins reaccionó de forma distinta: Andrew y su hermana Claire corrieron hacia la verja de Villa Claire en una competición infantil, Gorka y Ane se acercaron con timidez y curiosidad, y la abuela Claire, Margot y Charlotte se fueron aproximando lentamente, arropadas por John, que las impulsaba, sujetas suavemente de los hombros. Cuando todos estaban delante de la entrada, John se sacó la llave y le pasó a su madre el honor de abrir la cancela. Claire suspiró profundamente y, con la mano temblorosa, giró la llave hasta conseguir franquear el acceso a la finca. Respetuosamente, todos le cedieron el paso, permitiéndole ser la primera en volver a caminar por la vereda empedrada que llegaba hasta la escalinata de la casa.

La fiel amiga y vecina Elfie permaneció en la acera contemplando el bello y emocionante espectáculo del regreso de sus queridos Hopkins a su casa. Discretamente, poco a poco se fue alejando de allí hasta su casa cercana. Era el momento de dejar a sus queridos amigos disfrutando del momento en la intimidad. La joven Claire era la única que gritaba, reía alocadamente, y corría de un lado a otro recordando algún que otro elemento del jardín: el reloj de sol, los robles de Stampton Hills, los bancos de los parterres… hasta que a Andrew se le ocurrió retarla a que acertara a qué habitación pertenecía cada una de las ventanas y dijese el número de chimeneas sin mirar al tejado. Naturalmente, falló en todos los intentos. Charlotte tomó el guante del desafío y, con los ojos cerrados, fue diciendo, una por una, la posición exacta de cada ventana y habitación de la casa en cada una de las dos plantas, y la posición y el número de chimeneas que había a todo lo largo y ancho del tejado, especificando además a qué estancia correspondía cada una.

—¿Es que no pensáis entrar? ─preguntó John impaciente.

And each of the Hopkins reacted differently: Andrew and his sister Claire ran towards the gate of Villa Claire in a childish race; Gorka and Ane approached timidly and with curiosity; and Grandma Claire, Margot, and Charlotte came forward slowly, guided by John, who gently encouraged them, holding them softly by the shoulders. When everyone was in front of the entrance, John took out the key and handed his mother the honour of opening the gate. Claire drew a deep breath and, with a trembling hand, turned the key until she managed to unlock access to the estate. Respectfully, everyone stepped aside, allowing her to be the first to walk again along the cobbled path leading up to the house’s staircase.

The faithful friend and neighbour Elfie remained on the pavement, watching the beautiful and moving sight of her beloved Hopkins returning home. Discreetly, she gradually moved away towards her nearby house. It was time to let her dear friends enjoy the moment in private. Young Claire was the only one shouting, laughing wildly, and running back and forth, recalling various elements of the garden: the sundial, the oaks of Stampton Hills, the benches in the flowerbeds… until Andrew thought of challenging her to guess which room each window belonged to and to name the number of chimneys without looking at the roof. Naturally, she failed in every attempt. Charlotte took up the challenge and, with her eyes closed, went on to state, one by one, the exact position of every window and room in the house on both floors, as well as the position and number of chimneys across the entire roof, specifying which room each belonged to.

“Are you not going to come in?” John asked impatiently.