CAPÍTULO 17 - DOS BODAS, UNA REINAUGURACIÓN Y TRES FUNERALES --- CHAPTER 17 - TWO WEDDINGS, A REOPENING AND THREE FUNERALS
Excelentísimas autoridades, estimados amigos, damas y caballeros:
Hace ya la friolera de treinta y siete años que, estando en este inigualable lugar ocupado con la construcción de la línea férrea de Algeciras a Ronda, tuve la ocurrencia de dotar a ambos extremos del trayecto con dos hoteles dignos de alojar a los más sofisticados y refinados visitantes procedentes de cualquier parte del mundo…
Bueno, eso no es del todo cierto, en realidad no fue así. Mi primera idea, desde que me enamoré de esta bendita tierra, fue la de construir una vivienda para mi familia en este hermoso vergel, pero en cuanto le comuniqué mi ocurrencia a mi querida esposa, que en gloria esté, ella puso el grito en el cielo tachándome de loco preguntándome si no tenía ya suficiente con mi obsesión infantil de seguir jugando con trenecitos a mi edad, añadiendo que de ninguna de las maneras cambiaría su magnífica residencia de Buscot Park, en Oxfordshire, por ninguna otra por muy hermosa que pudiera ser.
Mi gozo en un pozo…pero no del todo, porque gracias a ese rechazo inicial de mi querida Jane, tuve la serendipia y la visión de construir ambos hoteles en los dos extremos de la línea férrea originaria.
El paso del tiempo acabó por consolidar tan estrambótica idea hasta el fatal incendio que devastó nuestro sueño aquel fatídico día del 11 de enero de 1930. Entonces temí que el alma de este lugar se hubiera extinguido para siempre. Los muros se habían quedado en silencio. La risa, la música, la historia se habían convertido en humo y tristeza.
Sin embargo, hoy, ese miedo se ha disipado. Hoy veo ante mí no solo un hotel reconstruido, sino la reafirmación de un propósito. Veo una comunidad que no dejó morir un sueño. Veo un monumento no solo a la hospitalidad y el patrimonio, sino a la voluntad inquebrantable de más de cien hombres y mujeres que se negaron a rendirse a la desesperación.
Debo expresar mi más sincera gratitud a las autoridades locales de Algeciras. Su rápido apoyo y su firme convicción en nuestra visión compartida nos dieron fuerza. Han demostrado una vez más que esta ciudad no es solo una puerta de entrada a Europa, sino el hogar de corazones hechos de oro. Y a los arquitectos, cuyas manos rediseñaron nuestro sueño, Mr. Thomas Edward Collcutt y Mr. William Thomson, y a los incansables trabajadores que lo hicieron realidad, les estoy en deuda. Su artesanía es más que ladrillo y madera; es poesía hecha arquitectura, y perdurará durante generaciones como testimonio de lo que se puede lograr cuando hombres con visión y hombres de trabajo caminan juntos.
Este nuevo Reina Cristina no es solo un hotel. Es un faro. Una promesa. Que, de la ruina, la belleza puede resurgir. Que, con unidad, podemos forjar un nuevo destino. Que sus puertas se abran de nuevo, no solo a los viajeros, sino a la esperanza. Que sus ventanas reflejen la luz de la paz, como lo hicieron durante la Conferencia de Algeciras de 1906. Y que sus salones resuenen una vez más con el sonido de la vida, el amor y el legado. Gracias. Gracias a todos.
¡Que el Reina Cristina vuelva a brillar!
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