CAPÍTULO 10 - Hogar, dulce hogar CHAPTER 10 - Home, sweet home

 

El regreso al Reino Unido fue tranquilo y relajante. El clima fue favorable y el Atlántico se mantuvo calmado durante toda la semana que duró la travesía. Al llegar a Southampton, John y Margot fueron recibidos por Claire y Charlotte en el muelle. Tras los saludos, y la despedida de Antonio y Carmen, que se dirigían a Londres, notaron que Florence no estaba allí y comenzaron a preguntarse el porqué de su ausencia. Durante el camino a Longdown fueron informados sobre el fallecimiento de Mr. White y la aparición de Paddy.

― ¿Y quién es Paddy? ―preguntaba John con curiosidad.

―Ya iremos hablando del tema ―respondió Claire ―ahora lo que importa sois vosotros. ¿Cómo os lo habéis pasado?

―Ahora os contaremos, antes habrá que coger dos taxis, porque en uno sólo no cabremos el equipaje y nosotros ―respondió John.

El trayecto hasta Stampton Hills fue de lo más entretenido. Repartidos en los taxis que tomaron en el puerto de Southampton, las horas se les hicieron cortas. Las semanas que había durado la luna de miel, había dado mucho de sí y la información de casa también era abundante. Durante el trayecto, tuvieron que hacer un par de paradas para estirar las piernas, repostar y tomar una taza de té.

―Vaya, no salgo de mi asombro con Florence y Paddy. ¡Lo calladito que se lo tenía! ―Exclamó John al saber sobre el admirador de su antigua nanny.

―Bueno, ella varias veces me contó sobre él y yo ya sospechaba algo, pero no imaginaba que se tuvieran tanta admiración mutua, suponía que sería un capricho de la adolescencia ―explicaba Claire a su hijo y nuera.

―Entonces… ¿Son oficialmente novios? ―preguntó Margot sin rodeos.

―Yo diría que sí ¿Verdad, mamá? ―respondió Charlotte buscando la aprobación de su madre.

―Bueno, en estas semanas que han pasado desde el fallecimiento de Mr. White y la “aparición” por sorpresa de Paddy, apenas si hemos visto a Florence. Siempre que hemos ido a pasear por Longdown y hemos llamado a su puerta, no había nadie en casa y otras veces los veíamos a los dos paseando por los alrededores y yo diría que cuando están juntos se miran embobados el uno al otro.

―Entonces está claro ¡Se oyen campanas de boda! ―dijo Margot entre risas.

―Mucho que nos alegraríamos. Florence se merece lo mejor y Paddy podría ser la persona que la hiciera feliz ―dijo John. 

 

 The return to the UK was calm and relaxing. The weather was favourable and the Atlantic remained calm throughout the week-long crossing. Upon arriving in Southampton, John and Margot were met by Claire and Charlotte at the dock. After greeting each other and saying goodbye to Antonio and Carmen, who were heading to London, they noticed that Florence was not there and began to wonder why she was missing. On the way to Longdown they were informed about Mr. White's death and the tur-up of Paddy. 

―And who is Paddy? ―John asked curiously. 

―We'll talk about it later ―Claire replied ―now  it's you.what matters Did you enjoy yourselves? 

 ―We'll tell you now, first we'll have to take two taxis, because we won't have room for our luggage and ourselves in just one ―John replied. 

The journey to Stampton Hills was most entertaining. Distributed in the taxis they took at the port of Southampton, the hours seemed short. The weeks that the honeymoon had lasted had given them a lot and the information from home was also abundant. During the trip, they had to stop a couple of times to stretch their legs, refuel and have a cup of tea. 

―Wow, I can't get over my amazement at Florence and Paddy. How quiet she kept it! ―John exclaimed when he found out about his former nanny's admirer. 

 ―Well, she told me about him several times and I already suspected something, but I didn't imagine that they had such mutual admiration, I assumed it was a whim of adolescence ―Claire explained to her son and daughter-in-law. 

―So... Are they officially dating? ―Margot asked bluntly. 

 ―I would say yes, right, mom? ―Charlotte replied, seeking her mother's approval. 

 ―Well, in these weeks since Mr. White's death and Paddy's sudden 'appearance', we've hardly seen Florence. Whenever we've gone for a walk in Longdown and knocked on her door, there's no one home and other times we've seen the two of them walking around and I'd say that when they're together they stare at each other in a daze. 

―Then it's clear! Wedding bells are ringing! ―Margot said, laughing. 

―We'd be very happy. Florence deserves the best and Paddy could be the person to make her happy ―John said.