CAPÍTULO 9 - UNA LUNA DE MIEL INOLVIDABLE CHAPTER 9 - AN UNFORGETTABLE HONEYMOON
― ¿Explotar? ¿Qué quieres decir? ―quiso saber Antonio.
―Bueno, hay muchísima gente que, arrastrada por los beneficios tan espectaculares de las acciones que cotizan en la Bolsa, incluso piden préstamos en los bancos para comprar dichas participaciones y ya son muchas las corporaciones bancarias que están facilitando esos créditos. Si esta cadena se rompe en alguno de sus eslabones, todo se podría ir al garete. Mis jefes y compañeros del banco dicen que soy un cenizo, que eso no puede pasar, pero yo no lo tengo nada claro. La economía real no va acompasada a la marcha de la Bolsa. La gente no consume tanto como para mantener tanta producción industrial y además…
―Uff, me he perdido la primera vez que has mencionado “Bolsa” ―interrumpió Mary Joe con cara de aburrida ―creo que nuestros amigos se están aburriendo tanto como yo.
―Ja, ja, ja. Perdón. Me entusiasmo tanto hablando de temas relacionados con mi profesión, que pierdo la noción de todo ―respondió Fernando azorado.
―Es que eres un sabelotodo. Por eso mi papi confía tanto en ti, cariño ―replicó Mary Jo ante la mirada divertida de los demás.
En 1927 la famosa actriz y vedette del
vodevil Josephine
Baker hizo una gira por su país natal para la presentación de sus dos películas
más recientes
La Sirena de los Trópicos y La Locura de París, y el padre de Mary Jo había
hecho uso de sus contactos para reunirse con ella.
Mientras las tres parejas festejaban el gran acontecimiento familiar del compromiso entre Fernando y Mary Jo, ésta propuso una cita ineludible:
―La semana que viene tenemos que ir a un gran acontecimiento: mi padre nos invita a la presentación de las dos últimas películas de Josephine Baker ¡y podremos cenar con ella!
Las expresiones de Antonio, Carmen, John y Margot cambiaron de pronto de la sonrisa relajada provocada por el champán a la seriedad descorazonada.
―Vaya, ¿qué día es? ―preguntó Carmen con preocupación.
―El sábado.
―Ah, vaya, bueno, nuestro barco zarpa el domingo al mediodía ―respondió John.
―Ah, entonces no hay problema. Tendréis tiempo de sobra. ¡Siempre y cuando el sábado no terminemos la fiesta demasiado tarde, claro! ―dijo Fernando riendo de buena gana y ofreciendo de nuevo su copa en un brindis.
― ¡Por Josephine Baker! ―exclamó Fernando a todo pulmón.
― ¡Por Josephine Baker! ―le secundaron los demás llamando la atención del resto de comensales del restaurante del Plaza.
Comments
Post a Comment