Capítulo 8 – TIEMPO DE DESPEDIDAS Chapter 8 – TIME FOR FAREWELL

 

Mientras John y Margot esperaban en Southampton para zarpar en el trasatlántico RMS Olympic hacia Nueva York, en Stampton Hills los invitados se preparaban para volver a España. De hecho, el Empress of India zarparía hacia Gibraltar en menos de una semana. Mientras tanto, Claire y Charlotte, a la vista del empeoramiento de la salud de Roald, padre de Florence, habían decidido esperar.

─Pero no es necesario que se queden aquí por mi culpa, de verdad ─insistía Florence a su jefa y amiga.

─De ninguna de las maneras, mi querida Florence, somos una familia y estaremos contigo el tiempo que haga falta.

Apenas dos semanas después, Mr. Roald White fallecía en su casita de Longdown rodeado de sus hijas y nietos. El padre de Florence era muy querido en la pequeña localidad y todos los vecinos, sin excepción, estuvieron presentes en el funeral. La iglesia de Saint John se quedó pequeña. Florence, rota de dolor, iba agradeciendo las condolencias, uno por uno, a todos sus vecinos. Pero hubo uno con quien se entretuvo más tiempo que los demás: era Paddy, un amigo de la infancia al que hacía mucho que no veía. Paddy llevaba mucho tiempo instalado en Londres donde había hecho una pequeña fortuna pese a tener poco más de treinta años.

─ ¡Oh, Paddy, eres tú! ─exclamó Florence aliviando el gesto de profunda tristeza.

―Sí, soy yo. Hace mucho que te estaba buscando, pero estabas en España. Lamento que sea ahora, en estas circunstancias, cuando te he podido encontrar.

―Sí, así es. Bueno, ya nos veremos por aquí…

―Mañana, si te parece bien, me pasaré por tu casa ―dijo Paddy.

―Oh, sí, por supuesto ―respondió Florence.

Claire, que no estaba muy lejos de Florence y del resto de su familia, se apercibió de la escena y pudo oír la corta conversación intuyendo que algo pasaba. Florence ya le había hablado de Paddy y de la entrañable amistad que habían mantenido de adolescentes, así que enseguida ató cabos.

Cuando terminó el funeral y el entierro en el camposanto de la iglesia de San Juan Bautista, Florence se dirigía a su casa arropada por sus hermanas, cuñados y sobrinos. Claire y

Charlotte se mantuvieron a cierta distancia hasta llegar al camino de Stampton Hills donde se despidieron de Florence y familia.

―Mañana nos vemos, querida ―le dijo Claire mientras se despedía con un abrazo y dos besos. Charlotte imitó a su madre.

Florence apenas si musitó algo sobrepasada por las muestras de cariño de todo el mundo.

Una vez en casa, Claire y Charlotte no hablaron mucho, se sentían muy apenadas por la muerte de Mr. White. Claire, además, no pudo evitar darle vueltas a la cabeza con la conversación entre Florence y Paddy. Si aquello era la continuación del “tonteo” comenzado en la adolescencia, quizás llegaría el momento de tener que despedirse de Florence quien, por cierto, ya no era una jovencita adolescente, sino una mujer que entraba en la madurez recién pasados los treinta.

While John and Margot were waiting in Southampton to set sail on the RMS Olympic ocean liner for New York, in Stampton Hills the guests were preparing to return to Spain. In fact, the Empress of India would set sail for Gibraltar in less than a week. Meanwhile, Claire and Charlotte, seeing the deteriorating health of Roald, Florence's father, had decided to wait.

"But it is not necessary for them to stay here because of me, really" Florence insisted to her boss and friend.

"Not at all, my dear Florence, we are a family and we will be with you as long as it takes."

Just two weeks later, Mr. Roald White passed away in his little house in Longdown surrounded by his daughters and grandchildren. Florence's father was much loved in the small town and all the neighbours, without exception, were present at the funeral. The church of Saint John was too small. Florence, broken with grief, was thanking her neighbours one by one for their condolences. But there was one with whom she spent more time than the others: it was Paddy, a childhood friend whom she had not seen for a long time. Paddy had been living in London for a long time, where he had made a small fortune despite only being in his early thirties.

"Oh, Paddy, it's you!" Florence exclaimed, easing the look of deep sadness.

"Yes, it's me. I've been looking for you for a long time, but you were in Spain. I'm sorry that it's only now, in these circumstances, that I've been able to find you."

"Yes, that's right. Well, we'll see each other around here…"

"Tomorrow, if it's okay with you, I'll stop by your house" said Paddy.

"Oh, yes, of course" replied Florence.

Claire, who was not far from Florence and the rest of her family, noticed the scene and could hear the short conversation, sensing that something was up. Florence had already told her about Paddy and the close friendship they had had as teenagers, so she quickly put two and two together.

When the funeral and burial at St. John the Baptist churchyard was over, Florence was on her way home surrounded by her sisters, brothers-in-law and nephews. Claire and

Charlotte kept a distance until they reached Stampton Hills Road where they said goodbye to Florence and her family.

“See you tomorrow, dear,” Claire said as she said goodbye with a hug and two kisses. Charlotte imitated her mother.

Florence barely muttered anything, overwhelmed by the displays of affection from everyone.

Once home, Claire and Charlotte did not talk much, they were very sad about Mr. White's death. Claire, moreover, could not help but think about the conversation between Florence and Paddy. If this was the continuation of the "flirting" that had begun in adolescence, perhaps the time had come to say goodbye to Florence, who, by the way, was no longer a young teenager, but a woman who had just entered maturity in her thirties.