―No os acostumbréis, que cuando lleguemos a Algeciras tenemos que comer más frutas y verduras ¿eh? —dijo Claire, reprochando a los chicos sus gustos culinarios.
Al rato, volvieron a la estación dando un tranquilo paseo desandando el camino anterior. Aún le quedaban un par de horas antes de subir al tren. A lo largo de la tarde, la estación iba animándose más y más con los pasajeros que montarían en “el Imperial” como popularmente se conocía el tren a Madrid. Cuando ya el tren se encontraba en el andén, Florence buscó a un mozo de cuerda para ir a la consigna a recoger los voluminosos equipajes de la familia.
Una vez que los bultos estaban en el vagón correspondiente, Claire, Florence, John y Charlotte subieron al coche-cama de Wagons-Lits, justo detrás del vagón restaurante, y ocuparon su compartimento de cuatro literas. Claire y Florence ocuparían las inferiores y John y Charlotte las superiores.
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