UNA REUNIÓN "INFORMAL"

 

A la orden de Mrs Smith, todos abandonaron el comedor y el salón, y entraron las sirvientas que barrerían y abrillantarían los hermosos suelos de parquet y mármol que se extendían por toda la planta baja de Villa Smith. Mientras los Smith y los Hopkins se arreglaban para el evento, las estancias que servirían de escenario empezaban a tomar forma: las mesas se cubrieron de hermosos manteles y preciosas vajillas de porcelana blanca y azul; las fuentes conteniendo galletitas inglesas, pastelitos franceses, tarta de manzana al estilo americano, y platos con panecillos de miel ruso todo protegido por transparentes campanas de vidrio que, junto a la refulgente cubertería de plata, daba al conjunto el aspecto del escaparate de una joyería en el que los tonos de las piedras preciosas eran imitados por las confituras, los merengues, los mazapanes y las coberturas de chocolate. Mientras tanto, el joven Pepe “el churrero”, mezclaba los pocos ingredientes necesarios para conseguir la exquisita masa que vertería en los dos peroles, llenos del dorado líquido oleoso ya humeante en el que convertiría los blanquecinos trozos de masa en apetecibles bocados listos para embarrarse en azúcar y mojarse en café o té. El aroma inconfundible del aceite caliente inundaba el patio de servicio y se colaba en la casa por la puerta de la cocina.

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