UNA CORRIDA DE TOROS INVERNAL
La corrida discurrió sin ningún percance y los toros eran hermosos ejemplares de ganaderías de la comarca. Los dos toreros, Morenito de Algeciras y Lagartijo Chico, consiguieron dos orejas y vueltas al ruedo por su actuación. El público salió relativamente satisfecho.
– ¿Qué tal la experiencia? – preguntó Mr Smith al matrimonio Hopkins conforme bajaban las gradas del tendido camino de la salida.
– Ah ¡ha sido algo extraordinario! – respondió el coronel – ¿verdad, cariño? – recabó la complicidad de Claire.
– Bueno, no ha sido tan sangriento como me esperaba con respecto al toro. Lo que peor he llevado ha sido lo del caballo; ahí no pude mirar hasta que se lo llevaron del ruedo. Y también ha habido momentos en los que he pasado miedo por los toreros ¡qué valientes son esos hombres!
– Sí, querida, olvidamos advertirle sobre lo de los caballos, pero no ha sido tan sangriento después de todo, hay ocasiones en las que los caballos de los picadores mueren literalmente reventados en medio del ruedo y hasta el picador corneado...
– Por favor, no siga, Mrs Smith – interrumpió Claire – admito que es un espectáculo bello, pero demasiado cruel. No creo que vuelva a ver una corrida de toros.
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