UN INCIDENTE DIPLOMÁTICO

 


– Bueno, mis queridos amigos, se preguntarán qué diantres estoy haciendo aquí. En realidad vengo sólo a felicitarles por el magnífico resultado de la reunión que mantuvieron el sábado en la residencia de nuestro vicecónsul, Mr Smith…

– ¿Qué reunión? – interrumpió De Bunsen haciendo como que la trascendental merienda de Villa Smith no hubiera tenido lugar.

– Bueno, llámela como quiera, mi querido amigo – dijo el joven Winston contrariado por sentirse ninguneado por el embajador – mis fuentes son lo suficientemente fiables como para saber que la, digamos, “reunión”, fue todo un éxito y, según mi experiencia, creo que el resultado de la conferencia ya está cantado, por lo que mi trabajo aquí toca a su fin.

Mientras Churchill hablaba, Hopkins le observaba atentamente conocedor de la valía del joven y de lo bien situado que estaba en el gobierno como viceministro para las colonias, sucediendo a su primo el duque de Marlborough, por mucho que insistiera en que sólo se encontraba en la conferencia como corresponsal.

– ¿Y cuál es ese resultado según usted? – preguntó De Bunsen haciéndose el ingenuo ante la mirada incrédula del coronel que no daba crédito a la reacción tan pueril del embajador.

– ¿Pues cuál habría de ser? Alemania no pondrá un pie en Marruecos para regocijo de España, Francia y Gran Bretaña. En esta entrada al Mediterráneo no se hablará alemán, mis queridos amigos ¿No es ése el resultado que todos nosotros queremos? – preguntó el joven retóricamente.

– Ah, sí, por supuesto, claro – respondió un balbuceante De Bunsen aún ojiplático ante el desparpajo y certero análisis de Churchill.


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