UN CUMPLEAÑOS MUY FELIZ
Estaban las dos mujeres, precedidas del cochecito del pequeño John, justo delante de las puertas acristaladas con visillos del gran salón, que seguía a oscuras, cuando éstas se abrieron mágicamente a la vez que se encendían todas las luces de la amplia estancia y un coro innumerable de voces más o menos afinadas entonaban, primero tímidamente, luego con firmeza, el cumpleaños feliz.
Claire se quedó petrificada al verse de pronto como el centro de atención de tantas personalidades: allí estaban casi todos los embajadores de la Conferencia (sólo estaban ausentes los delegados marroquíes, que no solían asistir a estas recepciones mundanas por la presencia de alcohol y mujeres); también estaba Sir Alexander Henderson y su esposa, los duques de Almodóvar, los Marqueses de Larios, el doctor Morón y su esposa Ángela, el Coronel Verner su esposa Elizabeth y su hija Dorothy, y Percileon Churchill, su madre Emily Churchill, su esposa, Eugenia Bassadone y el primo, que compartía con Hopkins, Winston Churchill, que había llegado aquel mismo día para cubrir la Conferencia como corresponsal. Ver, y escuchar, a tanta gente cantando el Cumpleaños Feliz dedicado a ella, hizo que Claire se emocionara hasta las lágrimas. Cuando pudo reaccionar, miró a su querido esposo al que acarició la cara con extrema ternura. Cuando pudo tranquilizarse, se dirigió a los invitados que tenía más cerca; todos ellos, uno a uno, se iban acercando a ella y felicitándola de manera cortés algunos, de forma más efusiva otros, fue recorriendo el salón a pequeños pasos. Mrs Smith le dió un achuchón tan fuerte que la dejó casi sin respiración. A continuación saludó a Mary, que estaba con su novio Antonio:
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