EL TRIUNFO DE LA DIPLOMACIA

 


– Vámonos ahora mismo a Gibraltar. A las dos sale el Aline, si nos damos prisa, podremos cogerlo.

– ¿A Gibraltar? – preguntó Hopkins extrañado.

– Sí, venga, te lo explicaré por el camino.

Y los dos hombres salieron disparados por la puerta trasera de Villa Smith, que estaba más cercana a la verja de la finca, sin ni siquiera despedirse de sus esposas. Sólo el viejo Antonio, que estaba ya recogiendo sus bártulos para irse a comer, estaba en el camino de salida.

– Antonio, haga el favor de decirle a Mrs Smith que el coronel y yo hemos tenido que salir urgentemente para Gibraltar. Volveremos lo más pronto posible – dijo atribuladamente el vicecónsul mientras se abrochaba los botones de la chaqueta.


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