NUEVO REY, NUEVOS TIEMPOS
 
Su Majestad el Rey Eduardo VII, padeciendo su sempiterna bronquitis, el día 6 de Mayo se fumó un cigarro puro al mediodía y, tras sufrir un infarto de miocardio, no vería terminar la jornada. Faltaban quince minutos para terminar el día cuando falleció. Todavía no había amanecido cuando se recibió un telegrama urgente en Villa Smith remitido por la Embajada en Madrid informando al Vicecónsul de la triste noticia y ordenando la apertura de un libro de condolencias para que los ciudadanos que lo desearan pudieran dejar sus palabras de pésame.
– ¿Dónde lo pondrás, querido, aquí o en la oficina? – preguntaba Mrs Smith a su marido.
– Pues no sabría decirte. Por aquí hay más británicos, pero las autoridades están más cerca del viceconsulado...
– ¿No podrías poner dos libros en vez de uno? – fue la solución salomónica de Mrs Smith.
– No, mujer. Es un libro oficial, acuérdate cuando lo pusimos cuando murió la Reina Victoria.
– Ya, claro que en esa época todavía no vivíamos aquí – razonó Mrs Smith.
– Creo que primero lo pondré en el viceconsulado y, cuando las autoridades hayan firmado, lo traeré aquí para nuestros vecinos – resolvió el vicecónsul.


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