LA PEDIDA DE MANO

 

 

 

 


– Amor mío ¿te imaginas qué habría pasado si mi padre hubiera tenido esas mismas dudas sobre ti cuando le pediste mi mano?

Sin necesidad de responder, Hopkins la besó tiernamente y, más relajado y sonriente, se acercó a Antonio cuando ya estaban atravesando la verja de entrada a Villa Smith.

– Perdona, Antonio. Tu pregunta me dejó fuera de juego, pero sí, llevas razón. Y ya de antemano, anticipándonos a cualquier formalidad, te digo que sí. Que tanto a Claire como a mí nos pareces un hombre serio, formal y una persona excelente que hace feliz a nuestra querida Mary…

Antes de que Hopkins terminara de hablar, Antonio le dio un abrazo tan emocionado y afectuoso que el ramo de rosas rojas que portaba en su mano derecha estuvo a punto de ser espachurrado en la espalda del coronel. Claire y Mrs Smith se llevaron la mano a la boca al ver la lluvia de pétalos caer al suelo. Cuando Antonio se percató, se separó de Hopkins recomponiéndose el nudo de la corbata y colocándose el bombín mientras reordenaba las rosas del ramo para disimular el estropicio. Claire y Archibald se miraron y el matrimonio Smith sonreía adivinando lo que había ocurrido.

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