EL VIAJE


Croft y el coronel se miraron escandalizados por la irrespetuosidad con que la infanta se refería a la Reina María Cristina. Mientras, doña Eulalia se levantó del sofá, se estiró la falda y esperó a que el mayordomo le trajese su sombrero y su sombrilla. Se colocó bien el sombrero, tomó el parasol con su mano izquierda y, manteniendo la mano derecha desenguantada para la despedida, fue ofreciendo sus delicados y menudos dedos a cada uno de los presentes. Los señores hacían el ademán de besar la mano con una inclinación de cabeza y las señoras la tomaban mientras hacían una genuflexión. Al tocarle el turno a Hopkins, la infanta se detuvo un instante para decirle:

– Le deseo mucha suerte en su cometido y espero que a España no le toque hacer de patito feo.

El coronel no supo que decir mientras hacía su saludo respetuoso y protocolario.

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